La Capital Verde Europea 2023, Tallin y los 2 ganadores del European Green Leaf 2022, Valongo y Winterswijk, fueron coronados ayer.
La ceremonia que coronó a Tallin (Estonia) como Capital Verde Europea de 2023 tuvo lugar en Lahti, la actual capital europea. Green Leaf 2022. La Capital Verde Europea se puso en marcha en 2008 con el objetivo de animar a las ciudades de más de 100.000 habitantes a emprender opciones de desarrollo más sostenibles y ecológicas.
Cada año, un panel de expertos en sostenibilidad urbana evalúa el desempeño de las ciudades competidoras en comparación con 12 indicadores ambientales y selecciona a los finalistas. Además de inspirar a otras ciudades, las ciudades ganadoras reciben un premio de 600.000 € para conseguir sus objetivos, convirtiéndolas en el lugar donde cualquiera querría vivir, trabajar o visitar.
Hasta la fecha, 13 ciudades han recibido el título de Capital Verde Europea: Estocolmo, Suecia, ganó el título inaugural en 2008, seguida de Hamburgo, Alemania (2011), Vitoria-Gasteiz, España (2012), Nantes, Francia (2013), Copenhague, Dinamarca (2014), Bristol, Reino Unido (2015), Liubliana, Eslovenia (2016), Essen, Alemania (2017), Nijmegen, Países Bajos (2018); Oslo, Noruega (2019), Lisboa, Portugal (2020) y Lahti, Finlandia (2021), actualmente en funciones. Para 2022, sin embargo, Grenoble ha ganado el título.
Tallin, una estrategia ganadora hacia 2030
Con una población de 393.000 habitantes y una densidad de 2.781 habitantes por kilómetro cuadrado, la capital de Estonia, Tallin, es quizás uno de los ejemplos más significativos de la revolución verde. Aunque su economía se basaba en un sistema de industrialización pesada (minerales y papel) y particularmente contaminante, esta ciudad ha logrado liberarse de su patrimonio e invertir en empresas tecnológicas a la vanguardia de la sostenibilidad. Con el apoyo de instituciones académicas, ha implementado numerosas buenas prácticas de planificación que han transformado su rostro.
El aspecto de la prevención de la contaminación acústica es un ejemplo de ello. Toda la ciudad se divide según una zoonización acústica, que define claros límites de ruido que deben cumplir los distintos actores. Al hacerlo, Tallin pudo identificar las áreas más tranquilas y alentar su uso como espacios verdes públicos peatonales.
Otra buena práctica llevada a cabo por la capital estonia se dedica al agua. Desde mejoras a las medidas de protección costera, hasta la alta calidad del baño. Desde la recuperación de agua de lluvia en parques públicos, hasta la biofiltración y compostaje de lodos de aguas residuales.
Un programa ambicioso y cuidadosamente desarrollado llamado “Tallin 2030” que conducirá a la ciudad hacia un “entorno urbano saludable y un uso sostenible de los recursos” mediante la participación activa de los ciudadanos.